Blossom florece en Málaga
Abrir mi propio restaurant en España es uno de los peldaños en mi “escalera de sueños”. No es fácil emprender en Europa. Tampoco lo es en mi país de origen, Argentina. Sin embargo, después de tres años de gran trabajo y sacrificio, Blossom se afianza. Prueba de ello, es el reconocimiento que recibimos en febrero, cuando la prestigiosa Guía MICHELIN incluyó al restaurant entre los nuevos recomendados de España. Esta mención distingue la calidad de Blossom y la de todo su equipo en la búsqueda de la excelencia en el servicio a nuestros comensales. Esto nos llena de orgullo, motivación y alegría. Es un primer paso en un camino que, sin dudas, será largo.
Blossom es un restaurant de cocina fusión moderna, pero, ante todo, es un concepto en evolución. El encanto del centro histórico de Málaga es el marco perfecto para mostrar mi cocina y mejorar en cada servicio. Blossom es arte en cada bocado, es precisión, cuidado y una pincelada de estacionalidad en cada plato. Sabor y vanguardia, pasión y experiencia, técnica y entorno, tradición e innovación, sorpresa y emoción. Estas duplas encarnan el espíritu de la cocina de Blossom, donde hacemos foco en el origen y el trato del producto, con belleza, respeto y equilibrio.
En cada temporada, nuestro menú cambia y relata una nueva historia en cada plato, gracias a los productos del litoral y del interior malagueño que aportan frescura y sabores de cercanía. Pero también, propone un viaje por técnicas e ingredientes que evocan otras culturas gastronómicas porque en la cocina, más que en cualquier otro ámbito, las fronteras se borran y lo local y lo global se entrelazan y enriquecen.
Blossom es trabajo en equipo y es, además, familia. Es excelencia en el servicio con una atención esmerada y la recomendación justa. Es conocimiento, precisión y creatividad en cada plato que sale de la cocina. Es ser anfitriones de principio a fin.
Blossom me dio la oportunidad de volver a entender qué me trajo hasta Málaga. Después de representar a mi país en dos ediciones del Mundial de Cocina Bocuse d’Or, algo nuevo y cabalmente diferente, comenzaría a surgir: una cocina sin tamiz, moldes o tecnología, una cocina que me devolviera a la necesidad de usar sólo las manos y no tantos equipos para crear, donde la prioridad sea que el plato esté caliente, sea sabroso y lindo. Porque para mí, hacer un plato lindo va mucho más allá de su armado y decoración, es la consecuencia del trabajo diario, tanto mío como de mi equipo. Es hacerlo lindo desde lo más íntimo y honesto de la cocina, porque nuestra misión es dar de comer y hacer feliz al comensal.