Málaga es un mosaico fascinante de culturas con una historia de más de tres mil años. Fenicios, romanos, visigodos, bizantinos, árabes y cristianos han dejado una marca imborrable en la identidad de la ciudad. Su reflejo está en la arquitectura, los monumentos, las plazas y, claro, también en la gastronomía. Por la afluencia de visitantes de todo el mundo, es también un destino cosmopolita muy hospitalario.
Blossom es arte en cada bocado
Un juego de sensaciones a través de la cocina fusión moderna
Me encanta su mixtura porque me recuerda a mi historia, donde confluyen la herencia alemana, sueca, española e italiana. Y el condimento de haber nacido en Argentina y haber vivido en pueblos pequeños y en ciudades grandes, también aporta su sazón. Por todo esto, no me resulta extraño haber encontrado en la cocina fusión moderna, la inspiración para buscar un lenguaje culinario propio donde hay libertad para crear. Mi deseo es poder transmitir en Blossom, el equilibrio técnico, estético y conceptual del menú degustación en su conjunto, proponer al comensal un juego de sensaciones que produzca notas complejas y profundas para llevar el placer gastronómico a otro nivel.
Mis rincones favoritos del centro histórico de Málaga
Cuando tengo oportunidad, antes del servicio, me gusta caminar por las calles más cercanas, sin prisa, observando cada rincón, conectándome con la luz, los sonidos, los aromas. Hay mucho por ver y conocer. Uno de los sitios que más me ha impactado es la Catedral, “una majestuosa obra renacentista-barroca con vocación gótica”, dicen los expertos. Su monumentalidad es asombrosa y bien vale la pena detenerse para observar cada detalle con atención. Otros de mis favoritos son el Teatro Romano y la Alcazaba, la Plaza Constitución y el Palacio Episcopal. También me gusta tomar la calle Larios hasta llegar al mar y quedarme contemplando ese paño azul profundo, lleno de vida, sentir la brisa marítima y escuchar las olas que rompen suaves en la orilla.
El arte y la cocina se conjugan en Blossom
Del ambiente malagueño me han impactado muchas cosas, sobre todo, el arte que se respira en sus innumerables museos, galerías, monumentos y salas de exposición. Málaga es, ni más ni menos, la cuna de Pablo Picasso. La ciudad invita a recorrer la Ruta Picassiana, distintos puntos que nos muestran los primeros años de vida del excepcional artista y el malagueño más universal.
Me gusta pensar que cada cocinero tiene algo de artista, porque tanto la belleza, como la creatividad, el placer y la emoción están presentes en ambos oficios. Incluso, forjar un estilo propio, ya sea en el arte o en la gastronomía, no es producto de un golpe de suerte, sino de la disciplina y la intuición. Me gusta pensar que Picasso tenía razón cuando decía que “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.